La última cumbre UE-China en Beijing marcó un momento crucial en su relación, con ambas partes reconociendo que los lazos han alcanzado un 'punto de inflexión'. La cumbre, reducida a solo un día, estuvo dominada por desacuerdos sobre desequilibrios comerciales, el apoyo de China a Rusia en medio de la guerra en Ucrania y un progreso limitado en temas clave. Mientras la UE presionaba a China para que abriera sus mercados y abordara el exceso de capacidad, China instaba a Europa a tomar 'la elección estratégica correcta' y manejar las fricciones adecuadamente. El único acuerdo significativo fue una declaración conjunta sobre el cambio climático, resaltando cómo incluso áreas de cooperación pasada se han vuelto controvertidas. En general, la cumbre subrayó la creciente desconfianza y la creciente dificultad de encontrar puntos en común entre dos de las economías más grandes del mundo.
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